Sin retorno.
Miras tus manos
y buscas los restos del naufragio de tus sueños
que los vientos del ayer abandonaron
en algún lugar perdido de tu camino.
Y vuelves
a rebuscar en algún rinconcito del pasado
algún resto de vana explicación que te consuele
de tantas lágrimas escondidas entre la almohada.
Pero ya
sabes,
porque las sombras de la noche no callan lo que hablan,
que no hay vuelta sino al engaño del recuerdo y al fracaso,
a las hojas muertas
de caminos abandonados.
Porque, ya
sabes,
bien lo sabes,
tienes, niña, un corazón que sobrevuela más allá
de los engaños con los que disfrazamos la angustia del
mañana,
y que te espera inevitable,
inevitablemente,
en el recodo del futuro donde el atrás ya no es una palabra.
Como yo,
como yo, que me desnudas, como yo,
que me espera inevitable,
inevitablemente,
la verdad que evito en mi camino. Una implacable verdad
con la que tengo una cita, aún no sé cuando, a la que no
puedo faltar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario