Manos de soledad


Manos de soledad




 

Dadme vuestra mano de dedos de puertos de ámbar,

que llevo mis velas llenas de sabor a naufragio y de esperanza rotas.

Dadme una esperanza envuelta en disfraces de vientos de palabras,

dadme vientos esquivos que parezcan que me miren cuando hablan,

engañad mis torpes  mentiras, romped cada una de mis rotas amarras,

pero no me dejéis ahora a solas , no con este dolor que  me ahoga.



         No midáis mis sonrisas

         que se fabricaron en noches de insomnio,

         no peséis la dureza de mis ojos

         que se crearon como puentes de huidas.



Dadme vuestras manos de dedos de colores de racimos de deseo,

bien sé que acaso nunca las merecí,  que acaso ahora no las merezco,

pero, ya sabéis, quizás en alguno de aquellos infantiles y rotos sueños

con los que bebí todos mis venenos, encontréis en mí algo de bueno.



         No me juzguéis ahora  cansado y perdido,

         ya  sé de mis pecados y  mi locura,

         espejos de dolor  que en la noche oscura

         que se clavan en mi alma rompiéndome el sentido.



Dadme vuestras manos, maniatad el temblor de mis manos,

caminos que me esperan más allá de mis ojos ciegos  e inermes.

Arrojadme vuestros dedos. Ni miréis mis falsos dedos crispados:

sólo son sombras que no saben cómo alcanzar vuestras manos.


No hay comentarios:

Publicar un comentario