Desprecio






La noche tiembla.

La mañana se llenó  de tanta sangre

que ahogaba las ventanas

abiertas al aire que las maltrataba.



El aire no masticaba tibieza

en tus lagrimas de mar abiertas

y se dejaba llevar entre la piel

de un cuerpo deshojado por el miedo.



La noche temblaba.

Y cuando acabó el ruido de las palabras

sólo quedó tu sollozo en un cuerpo yermo

abrazado  a la soledad  y  a mi  desprecio.


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