Espiral
La
tarde se hace plomiza y las palabras agonizan
en el
vientre de los sueños irreprochablemente
imposibles.
Todo es
inerme ; la sangre resucita en nubes de papeles inaccesibles
entre
un aire irrespirable de versos que escupen y vomitan.
Es la
hora de la rabia y del grito sordo y encadenado
a un
cielo que esconde interrogantes nunca despejados.
No
escribo: rompo mis instantes en los que
maldigo y muero
por cada segundo que respiro.... ¡Dios!... Te
echo tanto de menos...
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