Cárcel de desesperanza
Cuando lo supo, la sorpresa le invadió el corazón. Esperó a que su cabeza
dejara paso del asombro a la resignación. ¡ Cómo pudo haberle pasado!
La noticia, era sin
embargo cierta. Al principio se negó a aceptarla así que quiso comprobarla por
sí mismo. Una tarde, cuando el atardecer se vuelve cómplice a los ojos de
quienes se quieren esconder de otros ojos, se acercó a pocos metros de la
alambrada que la separaba de la libertad y esperó.... esperó largo tiempo, pero
al final, en un triste final anunciado la vio: allí estaba, hermosa, junto a
otras como ella atrapadas en aquélla cárcel que la alejaba de la esperanza.
Supo que tenía que sacarla
de ahí. Por lo que le habían contado llevaba ya algún tiempo encerrada. Se
maldijo por no haberlo sabido antes. Inmediatamente se puso a pensar en un
plan, pero eso era que hacía con una gran facilidad: siempre en su vida sus
pupilas estaban engarzadas a planes que soñaban con futuros reinventados.. Al
poco tenía su plan establecido. Eran tan fácil que no podía fallar. Se dejaría
atrapar y desde el interior de la cárcel la ayudaría a escapar a través de
cualquier plan que les llevase más allá de esa cruel alambrada.
Al poco estaba ya
encerrado ( que fácil es dejarse encerrar en cárceles de alambradas de rutina
afiladas) y tres segundos más tarde encontró a quien buscaba. Después de
algunas escenas de alegrías de reencuentros que os podéis fácilmente imaginar ,
nuestro protagonista que aborrecía estar encerrado, pasó a la acción. Les
comentó a los presos que allí estaban un plan que había ideado un segundo
atrás. ¿Sabéis? Las grandes decisiones se toman en breves segundos porque
siempre habían estado ya tomadas desde siempre... Los ojos que le miraban le
dijeron que sí y entonces, animado, les propuso dar los pasos necesarios para
huir.
- Deberemos, - dijo, almacenar algo de comida. Quizá debamos estar
escondidos algún tiempo y nos será necesario. Podríamos esconder
disimuladamente algo de la comida que nos dan e ir guardándola para el momento.
- Pero, - le respondieron los presos, ¿cómo vamos a hacer eso? La comida
que nos dan es tan buena... Además el cocinero nos la hace con tanto cariño....
No podemos hacerle ese desaire.
Sólo aquellos ojos le miraban...
Nuestro protagonista pestañeó con incredulidad, pero rápidamente se
recompuso y añadió:
- De acuerdo. No lo entiendo, pero en fin.... Quizá si con las sábanas de
nuestras camas hiciéramos una cuerda podríamos descolgarnos por...
- ¡ Eso no, contestaron! No podemos romper esas sábanas. Tú siempre tan
poco delicado Son tan preciosas y cubren tan dulcemente la piel.... ¡ Las
sábanas no!
Y sólo aquellos ojos le miraban...
- Bueno, de acuerdo, quizá si el guardia se distrae un momento.. en el
momento adecuado podríamos salir por la puerta sin ser vistos. Me he dado
cuenta que la guardia aquí no vigila demasiado. Se ve que ha habido en esta
cárcel pocas fugas y están muy confiados. Será fácil.
Hubo esta vez un cierto silencio de esos que sobrecogen los corazones.
Ellos bajaron la cabeza y dijeron en voz baja:
- Si quizá.. pero podríamos esperar a estar mas seguros de que el plan
salga bien. La verdad es que no lo has pensado demasiado y a lo mejor
encontramos otra manera más segura y sin riesgos ...¿No te parece? Por lo demás
aquí tampoco se está tan mal y podemos esperar tranquilamente a que lo tengamos
todo mejor estudiado.
Sólo aquellos ojos le miraban y le animaban..
Nuestro protagonista palideció. Comprendió lo que pasaba. Había llegado
tarde. La cárcel se había instalado en sus corazones Ya era tarde.....
demasiado tarde. Pero aquellos ojos, aquellos ojos por los que él había
venido...
Y cuentan las estrellas,
allí donde los cometas temblaban de fracaso en las noches de frío septiembre,
que una noche vieron cruzar la alambrada a dos sombras de la mano que dejaban
como único rastro sus miradas en las estrellas..
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